En la cima

por IRENE DESERTI

Que el boxeo femenino es una realidad, ya esta de más repetirlo. El sábado 15 de octubre, una histórica cartelera femenina se realizó por primera ocasión en Londres, Inglaterra, y estuvo encabezada por cuatro de las pugilistas más destacadas de la actualidad: Claressa Shields, Savannah Marshall, Mikaela Mayer y Alycia Baumgardner.
Como si fuera poco, sumando ambos combates, hubo ocho cinturones ecumenicos en juego, sin contar los otorgados por la revista The Ring. Una verdadera locura, y todo a cargo del boxeo femenino.

El marco de público fue la frutilla del postre. La Arena O2 de Greenwich estaba repleta de aficionados que se dieron cita para alentar a sus favoritas. Nueve combates calentaron la lona en las horas previas y todos de alto nivel, con muchas boxeadoras que prometen estar, en poco tiempo, en los primeros puestos de los rankings.

¿Como se logró montar una cartelera enteramente femenina con 11 espectaculares combates, logrando llenar un recinto como el O2 Arena? Muy facil: apostando a los años de trabajo, compromiso y sacrificio que las mujeres vienen dejando en el gimnasio en pos de perfeccionarse y ser las mejores. Darles el espacio para mostrarse, montarles el show, y dejar que ellas hagan lo suyo sobre el ring, que muy bien lo hacen. A pesar de lo que muchas personas aun creen, no es necesario hurgar demasiado para encontrar buenas boxeadoras, las hay por todos lados. Porque las chicas se han encargado de trabajar incansablemente bajo el estigma de que una mujer no puede boxear bien. Y es por eso que han trabajado doble o triple para hacerse un lugar en el universo boxistico.

Por todo esto, el sábado, Londres se robaba todas las miradas.  No fue Wilder, ni Haney o Kambosos, fue la autoproclamada GWOAT (la mejor mujer de todos los tiempos), Claressa Shields y un séquito de boxeadoras de alto nivel dispuestas a darlo todo.

La velada fue sencillamente espectacular. Todas las peleas fueron de buena acción y mucha adrenalina, comenzando el sumun de las emociones y del nivel boxistico en el combate coestelar, donde Alycia Baumgardner le quito el invicto y los campeonatos a una Mikaela Mayer que abandonó el recinto descontenta por el resultado. La ajustada victoria en decisión dividida fue evidencia de lo pareja que estuvieron las acciones. La técnica y el impecable estado atletico de ambas púgiles sostuvieron una pelea de gran estrategia, donde además, los entredichos previos habían hecho lo suyo mentalmente en ambas.

Y para coronar esta noche histórica, Claressa Shields y Savannah Marshall pusieron toda la carne sobre el asador para acabar con una afrenta que comenzó 10 años atrás, cuando aún siendo amateur, Marshall le propinó la única derrota que Shields acusa como boxeadora.
La performance de la doble medallista olimpica fue impecable. Inteligente para saber que oficiando de visitante no podía dejar nada librado al azar, cada round debía ser un muestrario de fortaleza, valentía y técnica. Había que tomar riesgos, porque a pesar de ganar claramente la mayoría de los asaltos, los últimos dos los peleó como el primero. No especuló con una victoria asegurada y se dedicó a mantener lejos a su rival a base de jabs y piernas. Tenía que darlo todo porque era esta la oportunidad perfecta para demostrar que no hay nadie como ella, que es la número uno, la indiscutida de los pesos medianos, la más grande de todos los tiempos.

El KO hubiera sido el condimento ideal para que la victoria tuviera un sabor aún más exquisito. Lo intentó en cada round, haciéndonos levantar de la silla en más de una ocasión, creyendo ver a una Marshall que caería ante los incesantes ataques de la norteamericana. Esta deseada caída no fue posible gracias a la excelente preparación y el corazón de la inglesa, quien no estaba dispuesta a que su publico la viera de rodillas. Aunque en al menos siete asaltos la dominancia de Shields fue clara y contundente, la “Asesina Silenciosa” se entregó en cada round, buscando esa derecha salvadora que afirmará de manera explosiva aquella primer victoria de hace ya 10 años. Buscó incansable, a riesgo incluso de tener que aguantar un vendaval de golpes de Shields, que abandonaba las cuerdas con una ferocidad leonina para descargar sobre la humanidad de Savannah, combinaciones de más de seis golpes, todos potentes, todos certeros, conviertiendose en la dueña del round.

Cuando la decisión se hizo oficial, llegaron los abrazos y el reconocimiento deportivo. Marshall declaró con una franca sonrisa en su rostro, que no tenía dudas que Claressa era la mejor de todas. Se lo dijo mirandola a los ojos. La flamante campeona indiscutida agradeció a su oponente la oportunidad de enfrentarse, mientras tomaba sus manos en señal de franqueza y ya con las fajas acomodadas en su cintura, más de las que su cuerpo podía sostener, derramó lágrimas de felicidad. Lágrimas con muchos significados que van más allá del ensogado. Lágrimas que le permiten afirmar que “es una sobreviviente del abuso, de la pobreza y de la depresión”, como lo declaró en sus redes sociales.


¿Es Claressa Shields la mejor de todos los tiempos? El propio tiempo lo dirá. Lo que sí podemos afirmar es que ninguna boxeadora hasta el momento ha logrado lo que ella y que no se ve en el horizonte cercano, quien pueda acabar con este majestuoso reinado.

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