Cuando todo parecía acomodado para una futura pelea entre Caleb Plant y Jermall Charlo, apareció Armando Reséndiz y le puso dinamita al guion. El púgil mexicano dio el batacazo de la noche al imponerse por decisión dividida y consagrarse como nuevo campeón interino supermedio de la AMB, en una velada que se desarrolló en el Michelob Ultra Arena de Las Vegas.
Plant, con su boxeo pulido y elegante, arrancó el combate como estaba previsto: controlando la distancia, puntuando con precisión y mostrando su oficio. Pero lo que parecía un trámite se transformó, round a round, en un castigo sostenido. Porque Reséndiz, con menos prensa, menos estilismo y más corazón, fue tejiendo una presión asfixiante que desdibujó al estadounidense hasta dejarlo sin respuestas.
El punto de quiebre fue claro: el sexto asalto. Reséndiz llevó al límite a Plant, que terminó ese round tambaleando, cortado y claramente desbordado. Desde entonces, el mexicano fue dueño del ring. Ni la experiencia de Plant, ni su técnica, ni su cartel le alcanzaron para contener el empuje brutal de un Reséndiz que olió sangre y nunca bajó el ritmo.
Pese a que el dominio fue evidente en los últimos rounds, las tarjetas no reflejaron con total justicia lo ocurrido: dos jueces vieron ganar al mexicano por 116-112, mientras que un tercero dio un insólito 115-113 a favor de Plant. Pero ni esa discrepancia empañó lo esencial: la sorpresa fue legítima y contundente.
Con este triunfo, Reséndiz mejora su récord a 16-2 con 11 KOs, pero lo más importante no está en los números, sino en lo que se viene. Porque ahora la ecuación cambió: donde antes estaba Plant en la ruta hacia Charlo, ahora es el mexicano quien podría recibir la llamada.
En una categoría supermedio en plena ebullición, donde los reflectores suelen apuntar al glamour, Reséndiz se ganó su lugar a puro sacrificio, presión y pegada. Y dejó un mensaje claro: los obreros del ring también escriben historia.

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