Xander Zayas hizo exactamente lo que se esperaba de él: dominar de principio a fin, vencer con holgura a Jorge ‘Chino’ García y convertirse, a los 22 años, en el nuevo campeón mundial superwelter de la WBO. Las tarjetas hablaron con contundencia, 116‑112, 118‑110 y 119‑109, sellando su vigésima segunda victoria como profesional (22‑0, 13 KOs) y posicionándolo como el campeón mundial más joven en actividad.
La pelea siguió el libreto que muchos intuían, salvo por un gesto táctico que sorprendió: el uso reiterado del amarre como herramienta de control. García apostó a una estrategia reactiva, cediendo la iniciativa y esperando el error ajeno. Pero el puertorriqueño no regaló nada. Fue más rápido, más preciso y más disciplinado. Dominó con su jab, se desplazó con soltura y soltó combinaciones que marcaron el ritmo.
La victoria no fue solo deportiva, fue simbólica. Desde su debut profesional a los 17 años, Zayas viene construyendo una carrera paciente y meticulosa. Bajo la tutela de Javiel Centeno, ha pulido un estilo clásico y ordenado, sin excentricidades, pero con ambición clara. Su consagración llega, además, en un contexto especial: Top Rank se despide de ESPN, y el negocio del boxeo se reconfigura en busca de nuevos rostros protagonistas. Zayas entra a escena con todos los elementos necesarios.
Con este cinturón, se suma a la nueva camada dorada del boxeo boricua, junto a Óscar Collazo, René Santiago y Subriel Matías, y por supuesto, la monumental Amanda Serrano. Su futuro inmediato parece escrito: unificación con Tim Tszyu o una defensa de alto perfil que confirme que su reinado no será pasajero.


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