Vasyl Lomachenko colgó los guantes. Y con él, se despide una forma de entender el boxeo que no se ve todos los días: precisión quirúrgica, juego de pies coreografiado y un espíritu olímpico que nunca abandonó.
Con 18 victorias, 12 por la vía rápida y solo 3 derrotas, el ucraniano cierra una etapa profesional marcada por títulos en dos divisiones, peleas memorables y momentos en los que más que combatir, bailaba sobre el ring.
Desde su debut en 2013, tras una carrera amateur casi perfecta (92-1 y doble oro olímpico), se convirtió en referencia inmediata. Subió al ring buscando rivales complejos y desafíos grandes , desde Salido hasta Haney, y casi siempre entregó espectáculo, pero por sobre todo, mucha clase.
Su última lección fue ante Kambosos Jr., a quien venció por TKO para cerrar el telón como un verdadero campeón mundial.
Lomachenko no fue solo un boxeador. Fue un artista, un técnico, un estudioso del combate. Y aunque ya no lo veremos en acción, su sombra seguirá danzando en la memoria del boxeo, como esos grandes que no necesitan estar para seguir inspirando.



Más historias
El Gym Sportiyo realizó con éxito su primer torneo infantil de boxeo sin contacto
Benn ajusta cuentas y domina a Eubank Jr. en la esperada revancha
DELGADO SE IMPONE ENTRE POLÉMICA Y ABUCHEOS EN SAN LUIS POTOSÍ